Por José Manuel Belda, socio en EVALUE INNOVACIÓN
Parte I
En un informe reciente de la prestigiosa consultora McKinsey, se indica que hasta un tercio de los empleos actuales serán desplazados antes del año 2030 por los efectos de la automatización y del desarrollo de la Inteligencia Artificial, y entre 75 y 375 millones de trabajadores deberán de adaptar sus conocimientos para optar a nuevos empleos.
Este proceso va a afectar con más intensidad a las economías avanzadas, donde hay un mayor nivel de desarrollo tecnológico, y donde el coste de mano de obra es más alto y por tanto más rentable la automatización. En la siguiente tabla se puede observar cómo estos países se encuentran en la franja donde el porcentaje de trabajadores desplazados será mayor.
Esta situación se ha trasladado claramente a la ciudadanía, y aunque lleva varios años produciéndose este fenómeno, es en la actualidad donde la evolución de la Inteligencia Artificial, y el desarrollo de las máquinas y robots, ocupa más portadas en medios de comunicación. Especialmente en lo que hace referencia a la amenaza que supone para los trabajadores que sean sustituidos por estos nuevos sistemas tecnológicos.
ANTE UNA INMINENTE REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA
Esta preocupación de la ciudadanía, ¿tiene fundamento? Ciertamente, estamos al borde de una revolución tecnológica que promete no solo alterar la estructura de nuestra economía, sino también remodelar el tejido social de manera más amplia.
La historia nos dice que la ansiedad tiende a acompañar el rápido cambio tecnológico, especialmente cuando la tecnología toma la forma de capital que amenaza los trabajos de las personas. En este sentido, en el año 1930, Keynes ya decía lo siguiente:
“Estamos sufriendo una nueva enfermedad cuyo nombre algunos lectores pueden haber oído, pero de la que oirán hablar muchísimo en los próximos años, a saber, el paro tecnológico. Un paro debido a que el ritmo al que descubrimos formas de economizar en el uso del trabajo, es superior al ritmo al que encontramos nuevos usos del mismo.”
Muchos de los cambios que se están produciendo al respecto en nuestros días, se dieron durante la Primera Revolución Industrial, que comenzó en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. Este fue también un periodo cambio tecnológico sin precedente, pero también una era convulsa de cambio en lo político y social.
Y lo mismo ocurrió durante la Segunda Revolución Industrial y la incorporación masiva del sistema de producción Taylorista, que aumentó muchísimo la productividad del trabajo, y desplazó una gran cantidad de mano de obra de la agricultura a la industria. En estos años también se dieron momentos convulsos, como por ejemplo en la década de 1920, que fue testigo de una reacción violenta contra los automóviles, que anteriormente se habían visto como una respuesta milagrosa a los problemas de los vehículos tirados por caballos, que llenaron las calles de ruidos y estiércol.
Pero, en mi opinión, la situación actual es diferente a las anteriores Revoluciones Industriales. Un factor clave hace que este proceso no sea el mismo, y es la enorme velocidad a la que se están produciendo los cambios, y su globalidad tanto desde el punto de vista de los sectores y actividades que afecta, así como su alcance geográfico total que abarca toda la humanidad, aspecto que no ocurrió en las anteriores Revoluciones Industriales. Previamente, estas revoluciones implicaron
transformaciones muy significativas, pero a un ritmo lento, todavía existen áreas en el planeta donde imperan las tecnologías nacidas a partir de la Primera Revolución Industrial. Este proceso de transformación actual, por primera vez no está afectando únicamente a los trabajos con baja cualificación, sino que también se están viendo afectados los perfiles de la clase media y profesionales.
Vivimos en un momento único, nunca antes se habían producido tantos avances tecnológicos de manera simultánea y a esta velocidad, robótica, biología, Internet de las Cosas, la explosión de la conectividad, Blockchain, Inteligencia Artificial, impresión aditiva, nuevas energías,…
La primera de estas revoluciones comenzó en Inglaterra y las tecnologías desarrolladas en ella tardaron más de un siglo en ser aplicadas en todo el mundo, mientras que hoy en día es cuestión de meses la implantación de nuevas tecnologías en cualquier parte del globo terrestre.
Esta velocidad viene dada básicamente por el desarrollo exponencial de los ingredientes de los que se nutre la Inteligencia Artificial, el poder de computación y los datos.
La capacidad de procesamiento ha seguido la conocida como Ley de Moore desde sus inicios. Este postulado nos indica que el nivel de computación se ha duplicado desde sus inicios, cada 18 meses de forma exponencial, haciendo que en la actualidad cualquier Smartphone tenga más capacidad de procesamiento que el ordenador más potente que existía hace 50 años. Y estamos en los inicios de la computación cuántica, que puede llevarnos a dimensiones inimaginables de procesamiento por parte de las máquinas.
Por otro lado, otro factor clave es Internet, que ha propiciado una captación de datos por parte de muchísimos dispositivos, circunstancia que se ha acelerado con el desarrollo de los teléfonos inteligentes que recopilan infinidad de información y la trasladan a internet, multiplicando de forma exponencial el volumen de datos disponibles.
LA REVOLUCIÓN: DESPLAZAMIENTO DEL EMPLEO Y NUEVAS OPORTUNIDADES
En las anteriores Revoluciones Industriales fue cierto que se produjo un desplazamiento de empleo por parte de las máquinas. Desde los famosos telares en la Primera Revolución Industrial movidos por las máquinas de vapor, a la cadena de fabricación implantada por Ford en la Segunda Revolución Industrial, a la incorporación de la robotización, visión artificial, etc. en la Tercera Revolución Industrial. Pero a su vez también se crearon nuevos puestos de trabajo que permitieron el desplazamiento de la población a nuevos empleos.
¿Y qué está ocurriendo en la Revolución Tecnológica que estamos viviendo? Pues parece ser que la situación se repite. En 2018, la tasa de empleo entre las personas en edad de trabajar fue la más alta en Gran Bretaña, Canadá, Alemania, Australia y otros 22 países de la OCDE, según los datos históricos. Nos encontramos en una situación de máxima ocupación en las economías mundiales (a excepción de algunos países como España), alcanzando niveles de desempleo en mínimos históricos, lo que demuestra que la amenaza de sustitución del empleo no parece ser tal.
La lección del último medio milenio es que el cambio tecnológico complementa los trabajos, en lugar de destruirlos. Las altas tasas de empleo de hoy sugieren que nada ha cambiado.
Pero estos datos nos pueden llevar a engaño, y puede ser que los factores que están provocando esta situación sean otros. EE.UU. está a punto de lograr su periodo de expansión más largo de la historia, tras la dura crisis económica que sufrió hace 10 años.
Este periodo posterior a la crisis se ha caracterizado por un rápido crecimiento del sector servicios, que requiere más mano de obra que el resto de los sectores.
O bien simplemente estamos sufriendo los efectos de los cuellos de botella que se producen a la hora de la implantación de una nueva tecnología, ya que su mera existencia no implica que su uso se generalice automáticamente, aunque sea percibida como una mejora sustancial de los existentes. Hace falta un tiempo de adaptación, y mientras tanto el efecto desplazamiento del trabajador no se produce.
Las compañías que se enfrentan con la decisión de automatizar algún proceso, no solo tienen que tener en cuenta aspectos tecnológicos. También tienen que considerar el coste de reemplazar las tecnologías antiguas y cómo realizarlo, así como el coste de las nuevas inversiones y cómo financiarlas, la resistencia de los trabajadores a dichos cambios, la aceptación de los clientes, etc.
Aun así, el proceso de transformación llegará a todas las empresas, y de manera abrumadora, porque son muchos los frentes abiertos que están revolucionando los modelos de negocio: digitalización, producción aditiva, ingeniería genética, energías renovables, medios de transporte autónomos… y todo ello de manera simultánea. Esto afectará inevitablemente al empleo, tanto en a los perfiles actuales, como al volumen.
תגובות